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2014Guillem miTchel
No es fácil explicar en un retrato lo que se produce cuando Guillem miTchel hace sonar su guitarra. Llevaba tiempo dándole vueltas a cómo poner en una foto las sensaciones que se producen cuando uno le oye tocar. Si alguna vez tenéis la oportunidad, no dejéis pasar la ocasión de asistir a alguno de sus conciertos. Cuando Guillem interpreta sus canciones, algo cambia en quienes le escuchan. La primera vez que le pude ver actuar pensé que quizás había sido una percepción mía de aquél día, pero he podido asistir ya a varios conciertos de este músico amigo, y siempre se produce esa especie de magia a la que me refiero. Fotografiarle es, además de un privilegio, todo un reto en el que hay que explicar muchas cosas de este increíble músico.
Guillem es una persona humilde y amigable, incluso algo tímido como muchos otros músicos. Una persona con la que es un placer compartir un café charlando sobre cualquier tema, pero especialmente sobre música. Cuando sube al escenario algo cambia, y se hace el silencio. Empiezan a sonar los impecables arpegios y punteados de su guitarra. Él cierra los ojos, y su voz llena los acordes contándonos historias de pequeños pueblos de la costa, de amores en la distancia, del momento preciso, del vacío de la tristeza, de ríos que nos conducen por la vida… Es como si Guillem entrara en un estado de concentración y sensibilidad absoluta en la que sólo importa expresar los sentimientos a través de su música y su voz. El resultado es una potente conexión con quienes le escuchan, una cálida atmósfera de íntima y sincera complicidad con su público.
Guillem compone sus propias canciones, que forman el cuerpo de sus conciertos, aunque a veces también cae alguna versión magistralmente interpretada (tenéis que oirle interpretar el «One» de U2). En el escenario sólo está él y su guitarra acústica. No hay artificios, ni filigranas. Todo queda fuera, y sólo su cálida música nos arropa suavemente. Un regalo para los sentidos, que reconforta el alma con sensibles melodías sobre cálidos acordes.
Fotografiar a una persona es mucho más que poner la cámara y disparar. Somos privilegiados a los que se les ha concedido el permiso para llevarse a casa un breve instante en el tiempo de esa persona. Cuando apretamos el obturador estamos robando un instante irrepetible, algo que no volverá a suceder por mucho que lo intentemos. Esta es mi visión en retratos de este grandísimo músico y buen amigo Guillem Mitchel. Fue un auténtico placer compartir con él esta sesión en el estudio.
Os dejo con una de sus canciones que más me gusta, en una grabación acústica que él mismo registró en su propia casa.